El CONICET lamenta el fallecimiento de Francisco de la Cruz



Fue Gerente de Evaluación del CONICET, profesor del Instituto Balseiro y desempeñó un rol clave en el fortalecimiento de la ciencia argentina a través de su gestión en la CNEA, en la SECyT y en diversas instituciones académicas del país.

Licenciado en Física (1961) y Doctor en Física (1968) por el Instituto Balseiro, realizó sus estudios posdoctorales en la Brown University de Estados Unidos. Fue docente en el Instituto Balseiro y director en el Laboratorio de Bajas Temperaturas del Centro Atómico Bariloche.

De la Cruz Investigó en la temática de superconductores de alta temperatura, en el campo de la materia condensada, en colaboración con grupos de distintos países. Fue director de 23 tesis de Doctorado y 30 de maestría, y publicó más de 150 trabajos en revistas científicas internacionales, además de ser conferencista e investigador invitado en distintos países del mundo.

Entre otros reconocimientos, recibió el Premio Konex y Konex de Platino; el Premio Bunge y Born; y fue Fellow de asociaciones de física como la American Physical Society; el Institute of Physics. También fue reconocido con la designación como miembro de la Academia Nacional de Ciencias y la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, ambas de Argentina, y como Foreign Member of the National Academy of Sciences de EEUU.

Julio Guimpel, quien fuera investigador del CONICET y colega de De la Cruz, lo recuerda con las siguientes palabras:

Es con la triste noticia del fallecimiento del querido Paco que me siento a escribir estos párrafos. No voy a buscar fechas ni hechos. Solo quiero hablar de quién fue, y lo que significó para muchos de nosotros en nuestras vidas.

Él y María Elena fueron los principales responsables de la existencia del grupo de Bajas Temperaturas. La multitud de anécdotas que nos contaron de la época donde construyeron buena parte de las instalaciones quedarán para ser documentadas en otra parte, pero la enseñanza fue clara. Todo tuvo que ser construido a pulmón, nada se compró hecho. Y eso fue una de las cosas que transmitió a sus alumnos, uno de los cuales fui yo. Si algo vale la pena y uno está convencido de que debe ser hecho, entonces hay que arremangarse y hacerlo. Gracias a ello hemos sobrevivido a épocas de vacas flacas, donde todo o se arreglaba con alambre, o no iba a funcionar. Nos transmitió una cultura del trabajo en el laboratorio. Y lo hizo sin necesidad de imponerse. Lo hizo con el ejemplo, él era el primero que se arremangaba.

Y como si eso fuera poco, su capacidad docente era incuestionable. Fue uno de los profesores que recordaré para siempre, trato de imitar, pero difícilmente logre igualar. Su capacidad de enseñar los conceptos sin la necesidad de hacer las cuentas, lo que usualmente llamamos con los dedos era genial. Las cuentas venían después, cuando ya habíamos entendido lo que él quería enseñarnos.

Otro de los momentos donde su impronta se destacó fue cuando apareció la High Tc. Él y otros jefes de grupo supieron cómo hacer para empujar todos para el mismo lado. Gracias a eso pudimos reaccionar rápidamente al desafío del nuevo tema y marcar nuestra presencia a nivel internacional.

Fue una persona muy generosa en todo aspecto. Nunca retaceó ni ayuda ni información. Ni se restringió al grupo de Bajas Temperaturas para ofrecer su ayuda. Fui muy afortunado de haberlo elegido para que me dirigiera en mi tesis, y de que él me haya aceptado. Él fue quien me formó como científico y le estaré siempre agradecido.